Deja que tu nombre,
reposado y
tranquilo,
llegue hasta mí
y recorra el
silencio
como luz de agua,
como miedo erizado
sobre la tibieza de
mi piel.
Regresa de nuevo,
apaga tus ojos
y deja que tus
labios
me encuentren
en el beso y la
palabra.
©José Manuel Serna