Después de tu
recuerdo,
nada hay,
nada en los surcos
de mi piel,
nada en la veraz
presencia
que desmenuza los
días
sin hallar sentido a
mis lágrimas.
Nada en el desorden
de tu cuerpo,
nada en las negras y
desesperadas
sombras que ocultan
las preguntas que me
hablan de ti.
Después de tu
recuerdo,
nada hay,
ni labios, ni besos,
ni palabras, ni
silencios,
ni tan siquiera esa
melancolía
del que ya nada
espera.
©José Manuel Serna