Suenan
el viento y el rumor
como un
sollozo innegable,
como un
gemido gozoso,
como líquida
palabra,
como
preludio de valles
de
fragancia a flor abierta.
Instantes
que acercan el horizonte
como
finas hojas de célula viva,
de
murmullo y orilla azulada,
que el
viento trae desde la lejanía
del
gozo sin vocales.
Turbios
los cielos que absortos
ante el
brillo de nuestros cuerpos,
palpitan
y germinan
el
húmedo vaivén del encuentro.
©José
Manuel Serna