Cada vez que miro
hacia mis adentros,
las formas conscientes
ignoran el rumbo del silencio,
y mi cuerpo transparente
no encuentra huellas que borrar,
ni lágrimas oscuras
que persigan mis sueños...,
ni huesos rendidos por el cansancio.
La tristeza no hace guiños
a la risa burlona,
ni mis manos sostienen
la descarga de la angustia.
Me encuentro incapaz
de ser alma que se conmueve,
cuando inmóvil me miras
desde esa tu distancia,
ya que normalmente
te conozco como huésped
de magia y dulzura.
Todo vuelve a empezar,
estoy vacío y desnudo
como si el mundo
estuviera recién creado,
y yo, de alguna forma,
hubiese conseguido sobrevivirte.
José Manuel Serna©