Dame la noche y las manos
abramos las cerraduras del
espíritu de fuego
que en tantas ocasiones quisimos
ser,
sobre todas las cosas y
al filo del último sueño
emprendamos un viaje,
atravesemos la puerta del olvido,
dejémonos arrastrar a las
profundidades
de la soledad que compartimos.
Hay otras formas de recuerdo
y nos aferramos a la única que no
habla
y que posee todas los formatos de
la locura.
Del mismo modo que hay silencios
muy elocuentes
a esta ausencia debemos ir
poniéndole un nombre.
©José Manuel Serna